Rejuvenecimiento Facial – Hay variedad de alternativas para mejorar la propia imagen de forma puntual para una ocasión en concreto o combatir las alteraciones que el paso del tiempo puede dejar patente en el rostro tanto en las mujeres como en los hombres y que pueden llegar a suponer un problema de autoestima.
El objetivo es rejuvenecer unos años, produciendo los siguientes efectos:
La consulta se realiza siempre con cita previa, para garantizar una total discreción y evitar tiempo de espera. Los tratamientos no son dolorosos ni tienen efectos secundarios ya que simplemente se notan unos leves y sutiles pinchazos que gracias a la experiencia y habilidad del especialista no dejan secuelas de ningún tipo y permiten la incorporación después de las sesiones a la actividad normal.
El envejecimiento facial es un proceso único y exclusivo a cada individuo y está ligado a su carga genética. Es acentuado por factores ambientales como la radiación solar (ultravioleta), la contaminación atmosférica y los hábitos o conductas individuales, entre las que destaca el tabaco y el stress.
Clínicamente, es posible distinguir el envejecimiento cronológico (marcado por nuestro reloj biológico) y el producido por la foto daño (radiación actínica).
En la piel expuesta de la cara, cuello, escote y dorso de manos se producen por la acción solar, alteraciones mayores como: de-secación, pérdida de tonicidad, discromías, junto a la aparición de lesiones como léntigos y otras premalignas (queratítis actínicas).
Hay una gradual disminución del colágeno y alteración de las fibras elásticas y se traduce en una atrófia cutánea, piel flácida y arrugada (craquelado cutáneo), a esta condición se la denomina “elastosis cutánea”.
En la piel, la evidencia más prematura de los efectos del envejecimiento la constituye la acentuación de los surcos y líneas propios de la mímica facial.
Las huellas que dejan en el rostro, son propias de la herencia, del carácter y de las vivencias personales.
Las particularidades de estas marcas cutáneas son así, el reflejo de la “historia personal” de cada individuo y depende del accionar de los 52 músculos faciales de la mímica y la expresión, culpables de la acentuación de las líneas y surcos.
Con el paso de los años se produce una gradual pérdida de soporte de los tejidos blandos de la cara. Estos se vuelven más hipotónicos y por la acción gravitacional, caen siguiendo vectores verticales y oblicuos según el área.
Los tejidos caen, quedando “suspendidos” en los puntos donde están los ligamentos de retención, lo que da una suerte de “patrón” característico del envejecimiento. A ello se agrega una progresiva involución ósea con desplazamiento graso y flacidez muscular desdibujando los parámetros de juventud y belleza.
Hay variedad de alternativas para mejorar la propia imagen de forma puntual para una ocasión en concreto o combatir las alteraciones que el paso del tiempo puede dejar patente en el rostro tanto en las mujeres como en los hombres y que pueden llegar a suponer un problema de autoestima.
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